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El arte de jábega

ARTE DE JÁBEGA A LA GRANAÍNA, PASADO Y FUTURO

Resumen

El arte de jábega, protagonista de la vida y la economía en el litoral granadino durante siglos, incluso milenios, fue finalmente prohibido por presuntas razones medio ambientales a finales del pasado siglo. Entonces no se tuvo en cuenta el valor etnográfico de esta práctica, que hoy podría ser rehabilitada para uso ceremonial, deportivo, sociocultural, científico y turístico. El pasado tiene futuro, dice el autor, que en este curioso escrito se toma libertades desde luego impropias de un científico -él es periodista y un aficionado a la prehistoria andaluza-, pero a lo mejor los lectores consideran que no dice graves tonterías. Aún así el editor no suscribe necesariamente sus afirmaciones.

Nuestros vecinos occidentales la llaman jábega malagueña y de momento a lo mejor tienen cierto derecho, porque estas ilustrísimas embarcaciones actualmente sólo perviven en el litoral de esa provincia. Sin embargo hasta hace unos 60 años existían en buen número en otros puntos de las costas andaluzas y particularmente en las de Granada y Cádiz. En realidad se trata de un fenómeno que en tiempos fue propio de todo el Mediterráneo y hoy se encuentran especímenes, que yo sepa, en Italia, Grecia, Egipto y Túnez.

Turistas en alguna playa de Málaga encantados de tener la oportunidad de dar un paseo, por unos pocos euros, hacia el tranquilo mar interior de la protohistoria. Delante de los acantilados de Maro-Cerrogordo la cosa sería mucho más emocionante, quizás con parada en la preciosa playa nudista de Cantarriján. Foto Phil Slight
Es preceptivo que las barcas de jábega lleven a ambos lados de su proa un dibujo de un ojo, un antiguo signo mágico de invocación de la buena suerte que proviene del culto al Dios egipcio Osiris, adoptado por los fenicios. Foto Phil Slight

Los marengos que de verdad saben de esto se molestan un poco al oír la palabra jábega aplicada a la veterana embarcación, y prefieren que se le llame "barca de jábega", por respeto al hecho de que jábega es también el nombre de la red con que desde siempre ha sido pareja de hecho, constituyendo el multi milenario "arte de jábega".

"Arte" es palabra que viene del latín y, en la sexta de las acepciones recogidas por el diccionario de la RAE, significa "ingenio que sirve para pescar". La palabra "jábega" por su parte provine del árabe andalusí y se refiere a una red de hasta 350 metros y hasta mil kilos de peso que se echa al mar con ayuda de una embarcación y luego se acciona desde tierra mediante dos largos cabos.

Pesca marítima multi milenaria

El arte de jábega alcanzó su formato definitivo en tiempos de Al Andalus, parece claro; como también que debió ser el principal método de pesca al servicio de las factorías de salazones romanas que durante más de mil años poblaron el litoral andaluz, con un boyante mercado en todas las grandes ciudades mediterráneas. El parque arqueológico de El Majuelo, Almuñécar, es uno de los más antiguos exponentes de esa cadena de industrias conserveras.

Sin embargo el origen del arte de jábega no es fenicio, tal como hasta ahora se ha considerado de forma inmanente, sin pruebas, sólo porque sí se sabe que las factorías de salazones romanas tuvieron un precedente de ese origen semítico.

El Majuelo, en el centro de la milenaria Almuñecar, entonces Sexi, es inicialmente obra fenicia, ampliada y mejorada por los romanos, que construyeron un acueducto para su servicio. En aquellos tiempos la orilla del mar estaba mucho más cerca. Los depósitos del río la alejaron después de la tala sistemática de los abundantes bosques de la zona alta, en parte posiblemente para quemar la madera y así evaporar agua de mar como medio de obtener parte de las grandes cantidades de sal que necesitaban. Foto Phil Slight

La aportación fenicia a nuestra protohistoria es evidente y muy considerable, pero no se debe pensar necesariamente que ellos enseñaron a los indígenas a pescar en el mar o a utilizar el ciertamente complejo arte de jábega. Más bien se debe considerar, quizás, que la cultura local, descendiente de El Argar almeriense y de la cultura megalítica andaluza, fue una aliada de los fenicios más que su mero aprendiz. Los fenicios aportaron la técnica preindustrial de la salazón y el dominio del mercado mediterráneo, pero la población autóctona pudo poner su propia tradición pesquera, el utillaje, el conocimiento del medio y desde luego la fuerza de trabajo.

Atocha, cómplice necesaria

Entre el utillaje imprescindible para la pesca intensiva no se cuenta sólo la experiencia previa en la construcción naval, como veremos más abajo, sino también en la elaboración cerámica y la extracción de sal marina, que los habilitaba para incorporar las soluciones tecnológicas fenicias, sin duda más avanzadas.

Especial mención se debe hacer a la capacidad indígena en el aprovechamiento de la excepcional planta de nombre científico Stipa tenacissima, el esparto, y nombre prerromano atocha, propia en exclusiva del sur de la península ibérica y el Magreb.

En el Neolítico inicial no se disponía de fibras textiles como el lino, el algodón, el cáñamo o el sisal, o de la lana, y sólo se pudieron producir cuerdas de uso marino, y redes, y velámenes, recurriendo al esparto, quizás el primer producto de exportación intensiva de la prehistoria. Esta evidencia acude en auxilio de la posibilidad de un origen autóctono del ancestro de nuestra barca de jábega.

La presencia privilegiada del esparto en el repertorio de la cultura material del neolítico andaluz está acreditada tempranamente en la arqueología de la cueva de Los Murciélagos de Albuñol, datada hace más de 8 mil años. Fue descrita hace siglo y medio por el primer arqueólogo andaluz, don Manuel de Góngora y Martínez, catedrático de Historia de la Universidad de Granada, que recogió una sorprendente colección de efectos en esparto, desde bolsas y estuches hasta abarcas, sombreros y ropajes confeccionados con una maestría que luego no se ha igualado más nunca.

Abarcas de esparto que conserva el Museo Arqueológico Nacional en su vitrina dedicada al yacimiento perdido de la Cueva de Los Murciélagos, Albuñol, Granada, datada hace nos 8.500 años. También conserva la que puede ser primera joya de oro conocida y cápsulas de opio. El Museo Arqueológico de Granada lleva cerrado al público una década, para vergüenza mía. Tomada de internet cedida para uso no comercial

Sorpresa inimaginable

El verano de 2016 el profesor Eduardo García y su equipo de la Universidad de Granada ha publicado la nueva datación de las pinturas rupestres de barcas -claramente ancestros de la jábega, opinen los lectores- halladas en 1978 en la cueva de Laja Alta, Parque Natural de Los Alcornocales, término de Jimena de la Frontera, Cádiz, en línea visual con el Peñón de Gibraltar, a unos 25 kilómetros de este.

La prueba del carbono 14 realizada sobre los pigmentos de las pinturas de color negro de la cueva establecen para ellas una edad en torno a los 5.800 años de antigüedad, lo que las convertiría en la referencia más antigua conocida en todo el mundo a embarcaciones de madera ensamblada. Ciertos restos cerámicos hallados en la cueva y que se han puesto en relación arqueológica con las pinturas, sometidos a la prueba de la termoluminiscencia, han dado una antigüedad coherente con aquella.

Vanguardia mundial

Hago un esfuerzo para contener las ganas de afirmar la posibilidad de que las pinturas de Laja Alta se refieren a un invento "andaluz" más importante que la tapa, la siesta, el gazpacho o el flamenco, de los que con toda justicia podemos sentirnos tan orgullosos.

Se trataría para mi de una aportación histórica de entidad comparable a la de la primera civilización continental europea, Tartesos; el primer edificio arquitectónicamente “moderno" europeo, la Mezquita de Córdoba; o la salida europea hacia un nuevo mundo, América. Las embarcaciones retratadas en Laja Alta podrían ser los primeros navíos rígidos intercontinentales, nada menos.

Desde luego dichas embarcaciones pudieron haber surgido lejos de Laja Alta y ser importadas por neolíticos venidos del oriente mediterráneo costeando por la orilla norte; o quizás más probablemente desde el norte de África, originadas en la cultura capsiana. Sin embargo, de momento, la posibilidad de un origen autóctono debe recibir la misma consideración.

La cueva de Laja Alta se encuentra en lo alto de un risco en el Parque Natural de los Alcornocales, término de Jimena de la Frontera, Cádiz. Tiene el Estrecho de Gibraltar en su linea visual, a unos 20 kilómetros de distancia. Foto de Phil Slight

Ya con que podamos suscribir como nuestra la primera referencia documental a una embarcación rígida me parece espeluznante y su acreditación arqueológica algo digno del esfuerzo de nuestros mejores científicos.

Viaje de ida y vuelta

Es posible, en mi opinión de aficionado, que la barca de madera ensamblada surgiera en las inmediaciones del Estrecho y que lentamente fuera replicada una y otra vez cada vez más cerca del extremo oriental del Mediterráneo, quizás a lo largo de la costa norteafricana hasta llegar a Egipto.

Luego, ya en la edad del Bronce, el invento habría llegado a Fenicia, donde se desarrolló el método constructivo basado en las sierras de metal. El barco rígido permitió a la civilización fenicia basar su economía en el mar, la navegación y el comercio, secundada inmediatamente por los griegos, sus contrincantes.

Está claro que en los tiempos clásicos y bíblicos se produjo una migración cultural del oriente hacia el occidente mediterráneos. Pero antes pudo haber otra, a la que hace referencia la leyenda de la Atlántida, en consonancia con el fin de la última glaciación y la desertización norteafricana.

El viaje de nuestra jábega significaría esa doble migración cultural; prehistórica hacia allí e histórica hacia aquí. Se fue neolítica y volvió broncínea, por cierto trayéndonos la escritura, la cerámica de torno, la metalurgia en horno cerrado, la religión sacerdotal y bagatelas que todavía hoy son muy relevantes en nuestra economía, como las variedades agrícolas del olivo y la vid.

¿Cuero o madera ensamblada? 

La verdad es que está en discusión la naturaleza de las barcas que vemos retratadas en Laja Alta, porque algunos de los primeros estudiosos de las pinturas, que las atribuyeron a los fenicios, los íberos o los tartessos, al conocer la nueva datación parecen empeñarse en que no están construidas mediante el ensamblaje de tablas sino que las prefieren suponer realizadas en cuero, enea o corteza de abedul. Es su manera de aceptar la datación y al tiempo rechazar sus implicaciones, incómodas por ambiciosas en exceso.

Reconstrucción de algunas de las pinturas de barcas de Laja Alta, Jimena de la Frontera, Cádiz, recientemente datadas 5.800 años antes de ahora. El parentesco con las jábegas en algunos casos parece más que evidente, y las vemos en actitud de navegar y de pescar. La vela es triangular, cuando la tienen, del tipo que luego se denominará latina y finalmente resulta que es neolítica. En la última de las pintura cabe interpretar la presencia de una almadraba. Recreación propia

Unas y otras embarcaciones sin embargo, en mi humilde opinión, forman parte de la misma historia, en el sentido de que para tomar la decisión de "invertir" en la construcción de barcas en madera ensamblada se necesitó haber demostrado previamente su necesidad y su "rentabilidad", mediante el uso de las rígidas -de construcción mucho más exigente- para el mismo objetivo que parcialmente ya obtenían con las ligeras.

Reconozco que parece difícil de creer que hace casi seis mil años se pudieran construir tablas de casi ocho metros de largo con la suficiente precisión como para luego "coserlas" entre sí con cordones de esparto y calafatearlas con brea y resina. Sobre todo porque en aquella época aún nadie disponía de sierras metálicas, ni siquiera de cobre. Aquellos primerísimos carpinteros de ribera hubieron de afrontar la tarea con hachuelas de piedra pulida, cuñas de madera dura, ”cepillos" de piedra abrasiva y taladros de arco con punta de sílex.

Mazarrón II, madre del cordero

Quizás nunca llegue a ponerme a construir una barca de jábega neolítica completa en mi terraza, pero probablemente sí una única tabla de madera de pino negro, con sus cantos perfectamente cuadrados y sus "cajas" incisas en ellos, sus perforaciones transversales y sus "clavos" de madera de acebuche. En realidad no se trata de saber, en este caso, o de poder, sino de querer, estoy convencido.

Astilleros Nereo, en Pedregalejo, Málaga, construye una réplica del pecio Mazarrón II según encargo del Museo Nacional de Arqueología Submarina de Cartagena. Su tipología, carente de cuadernas, nos dice mucho de cómo pudo ser su ancestro neolítico, más del doble de antiguo. Foto de Phil Slight

Este ejercicio de arqueología experimental estaría inspirado en la réplica del barco fenicio que se construye en este momento en Astilleros Nereo, Pedregalejo, Málaga, por encargo del Museo Nacional de Arqueología Submarina de Cartagena. El pecio original se denomina Mazarrón II, tiene estimada una edad de 2.700 años y fue encontrado bajo las aguas en las inmediaciones de ese puerto pesquero de la provincia de Murcia.

La técnica constructiva de este barco, sin cuadernas, puede ser muy similar al de su antecedente neolítico, sólo que los fenicios disponían de herramientas de bronce, como las que emplea Nereo son de acero y están electrificadas. Yo emplearía sílex, calcita, ofita, anfibolita y piedra de arenisca, únicamente.

La experiencia de construir embarcaciones prehistóricas en cuero, corteza de abedul, junco marino, enea o espadaña, madera excavada o madera "cosida", bajo la dirección técnica de profesores de nuestra Universidad pero con la cobertura legal de una asociación cívica sin ánimo de lucro, podría convertirse en un maravilloso recurso de dinamización sociocultural y de fomento del turismo cultural y del prestigio del litoral granadino.

África desde Peña Escrita 

Este laboratorio de investigación de la náutica y la pesca prehistóricas que propongo no se ocuparía sólo de la construcción sino también investigaría el manejo de las embarcaciones. Después de seleccionar y formar a jóvenes voluntarios por ejemplo en la bahía de La Herradura, el objetivo podría ser la organización de una travesía prehistórica, a remo y/o vela, hasta Melilla y vuelta.

El profesor Miguel Botella, catedrático de antropología física de la Facultad de Medicina de la UGR, en una clase particular que me dio el año pasado en su despacho, me enseñó que probablemente el primer paso sistemático del Estrecho de Gibraltar, todavía en la prehistoria, no tuvo lugar por el paso más corto, 14 kilómetros frente a Tarifa, sino en este lado del Mar de Alborán, frente a la costa de Granada (o de Almería).

El cruce sistemático del Estrecho de Gibraltar en la edad de piedra y en el neolítico inicial no ocurrió por la parte más estrecha del embudo del Mar de Alborán, sino en su parte más ancha, quizás delante de los litorales de Granada y Almería, que resultaría menos arriesgado. En condiciones ideales podrían superarse los 180 kilómetros de travesía náutica, a remo y vela, en unas 40 horas. Creación propia

En ciertas épocas del año, las corrientes marinas y atmosféricas pueden ser muy favorables y el comportamiento del mar casi previsible, en cualquier caso mucho más que en el propio Estrecho, con fuertes corrientes y la presencia nutrida de ballenas asesinas. En las condiciones óptimas la travesía en perpendicular desde una playa de Granada hasta otra en África podría requerir menos de 24 horas, y nunca muchas más de 48, según estimaciones iniciales.

Amigos ornitólogos me informan de que una parte de los abejarucos europeos que se dirigen en su emigración anual hacia Africa siguiendo el litoral mediterráneo español, al llegar a Cerro Gordo -bastión occidental de la bahía de La Herradura-, giran 90 grados y se dirigen directamente hacia su destino en el otro continente, considerando innecesario seguir su vuelo de cabotaje hasta el Estrecho.

Parece que la migración de los abejarucos afroeuropeos que viajan a lo largo del litoral de la península en su emigraciones anuales cruza el Mar de Alborán a la altura de Cerro Gordo, el bastión occidental de la bahía de La Herradura. Esto pudo dar ánimos a los aventureros prehistóricos, como también el hecho de que desde la relativamente cercana Peña Escrita se divisa África a menudo. Foto de Phil Slight

Por cierto que desde Peña Escrita, un pico a menos de 10 kms de La Herradura en linea visual, se puede ver la costa norteafricana bastante a menudo, a unos 180 kilómetros de distancia. Este hecho, más aún que el ejemplo de los pájaros, en su momento debió resultar crucial para quien se enfrentara a la decisión de emprender la prehistórica aventura.

Rumbo a la civilización vía las estrellas

Se comprende que cueste creer que antes del nacimiento de las primeras ciudades en Europa, en plena edad de la piedra pulida, por una cultura que en parte todavía prefería vivir en cuevas, nuestros ancestros hubieran ya alcanzado tamaña capacidad espiritual, conceptual, organizativa y constructiva.

Lo más relevante del caso, en mi opinión, es que puede inferirse una capacidad observacional que quizás podríamos considerar como la primera manifestación precientífica en Europa. Utilizaron las estrellas -incluido el Sol- por ejemplo para posicionarse en el agua sin referencias geográficas y para reconocer los ciclos de la naturaleza y aprovecharse de ello.

Alfonso Sánchez Guitard, maestro carpintero de ribera y propietario de Astilleros Nereo, y licenciado en Historia, basado en la experiencia ancestral transmitida oralmente, piensa que su barco fenicio y la jábega conservan en sus proporciones ciertas relaciones entre ciertas estrellas. Como también opina, y yo con él, que la forma de los extremos de la jábega, que no ha cambiado en seis mil años, en realidad son marcadores estelares.

La clave mojama

En el Neolítico los humanos se dieron cuenta del paso de los atunes migratorios por el Estrecho dos veces al año, de entrada y de salida, en momentos bastante previsibles; como también aprendieron a extraer sal marina en cierta cantidad y a utilizarla como medio de conservación del pescado. La mojama, la más ilustre de las tapas andaluzas, para mí inmediatamente anterior al jamón y la cecina, tendría un claro origen en el Neolítico andaluz.

La apreciación de que la pesca del bacalao fue responsable indirecta de la difusión del megalitismo arriba y abajo de la costa atlántica europea, todavía no parece tomada muy en serio por la academia. Ahora veremos si le podría ser más cómodo deglutir el atún como "motor" del salto a la carpintería de ribera y la función históricamente revolucionaria de la barca de jábega.

Cualificados científicos han afirmado que la amplia difusión del fenómeno megalítico arriba y abajo de la fachada atlántica europea no se puede explicar sin contar con una temprana habilidad neolítica en el uso de la navegación. Debió ser inicialmente en embarcaciones efímeras pero pronto acabarían construyendo en madera ensamblada, incluso antes de disponer de útiles metálicos y de la motivación del oro y la plata. Esos primeros navegantes de largas distancias no podían llevar víveres suficientes en el momento de la partida sino que se aprovisionaban de la pesca y el marisquero. Mapa tomado de Wikipedia y creación propia

Las barcas de jábega ancestrales, esto es, los presuntos primeros pesqueros en madera ensamblada, son las primeras embarcaciones conocidas suficientemente rígidas como para permitir el remo de palanca y la inserción de un mástil capaz de soportar una vela de esparto de tamaño y peso considerables.

O sea, además de pescar, las barcas de jábega ancestrales demostraron inmediatamente aplicaciones de inmensa relevancia, el viaje sistemático, el descubrimiento geográfico, el comercio a gran escala. Con la carpintería de ribera neolítica la humanidad pone rumbo a la complejidad tecnológica, la civilización y la globalización.

Patrimonio de la Humanidad flotante

Casualmente también ha sido el verano pasado cuando la Unesco ha dado en reconocer a los dólmenes de Antequera como elementos del Patrimonio de la Humanidad, que son de la misma época que la primera barca ensamblada, el Neolítico andaluz, y se deben a la misma tecnología, el hacha de piedra pulida. Nota.- En Dílar existió un dolmen de importancia equiparable al de Menga y probablemente incluso más antiguo, destruido por el paisanaje hace siglo y medio.

Dibujo del dolmen de Dílar publicado por Góngora y Martínez en su libro “Antigüedades prehistóricas de Andalucía”, 1862. En el Parque de las Ciencias de Granada existe una réplica del este dolmen, que fue destruido hace un siglo y medio, y se le asigna una edad de 6.300 años.

En este otro grabado de la misma procedencia que el anterior   (Góngora y Martínez en su libro   “Antigüedades prehistóricas de Andalucía”, 1862) vemos el que podría ser uno de los más antiguos observatorios astronómicos de los que se tiene noticia.
El Neolítico y el Calcolítico de Andalucía oriental muestra una riqueza casi sin parangón en la Europa occidental. Cabe esperar de la autoridades cultural, turística y medioambiental la apuesta por la explotación sostenible de esta realidad, invitando a observar a los estudiantes y a los turistas nuestra privilegiada naturaleza y nuestra privilegiada prehistoria una desde la otra. Existen interesantes intentos, como en Galera, Gorafe o Santafé de Mondújar, pero en general no damos la talla en absoluto, si se me permite opinar. Creación propia

La nueva datación de las barcas rupestres mencionadas, claramente abuelas de la jábega, en mi opinión, no ha tenido todavía tiempo suficiente para producir en la comunidad científica la conmoción que se necesita y cabría esperar. Por ejemplo no han sido tenidas en cuenta por la Unesco como pareja de hecho de nuestros dólmenes, ni reconocidas como de un valor antropológico equiparable.

En realidad, en mi modesta opinión, y que se me disculpe el atrevimiento, las jábegas son aún más valiosas que los dólmenes, porque flotan, y viajan, conectan ideas y genes; sirvieron para pescar y alimentar a la gente y no sólo para enterrar sus huesos; y porque no han muerto en casi seis mil años. Hoy día todavía contamos con varias decenas de barcas de jábega en activo, en Málaga, la gran mayoría de reciente construcción, que se emplean para el deporte del remo y los paseos turísticos y para la procesión acuática de la Virgen del Carmen, patrona de marengos.

Procesión marítima de la Virgen del Carmen en una playa malagueña, el día de la patrona de los marengos. En La Herradura y otras playas granadinas también se celebra, pero llevada la virgen en una barca neumática, y no hay color, por Dios. Foto de Phil Slight

Esplendor e inmediata decadencia

Hacia la mitad del siglo XX el arte de jábega alcanzó su máxima productividad, seguramente, debido al crecimiento demográfico y económico, la disposición de medios de transporte terrestre motorizados y carreteras de asfaltadas, y la fabricación de barras de hielo. Una vez generalizadas las "mamparras", pesqueros de madera de tamaño medio dotados de motor intraborda, y de los motores fuera borda, el arte de jábega inicia un rápido declive.

En La Herradura se tiene censada la existencia pasada de 14 barcas de jábega, cuyos nombres y propietarios se conocen, la última de las cuales, la "Joven Cosuelo", ya cadáver, fue quemada por el Ayuntamiento hacia 1985 al confundirla con un montón de basura. Por fortuna un turista canadiense, anticuario de profesión, la había dibujado y la editó como postal, cosa que nos permitirá su reconstrucción en cuanto nos lo propusiéramos.

A principios de los años 90 el autor llamó al Ayuntamiento para reclamar atención sobre la belleza y la relevancia de la anciana marinera, sin duda el objeto más bonito y emocionante que había en la playa de La Herradura. Parece que la denuncia fue entendida al revés porque al poco cuentan que apareció un camión oficial y se la llevó para quemarla, entendiendo que se trataba de basura. Cuadro de (?). Tomado de la colección de Francisco Alaminos

En Nerja vive un aficionado de 85 años, don Fernando, que compró y conserva la barca de jábega “Ana y Rosario” que, con otro nombre, estuvo pescando durante décadas en La Herradura.

En Almuñécar sabemos que había otras tantas barcas de jábega, como también en otras playas granadinas, cosa que estamos a tiempo todavía de cuantificar; por fin, parece que en el puerto de Motril hubo quién las construía a principios del pasado siglo.

La barca de jábega “Panaera” navega en aguas de La Herradura, probablemente en torno a 1960. José Angel Ruiz, historiador y empleado municipal, al que el pueblo le debe varios libros de valor inestimable, ha censado las 14 que conoció la bahía en el último siglo: Bicho, Bonica, Caneca, Corbata, Cortijera, Cuadros, Farruca, Fortuna, Joven Consuelo, María, Mora, Negra, Panaera y Republicana. De la colección de Francisco Alaminos

¿Y tú de qué barca eres?

En el caso de La Herradura puede decirse que el arte de jábega fue la actividad económica principal y que en buena parte dio de comer al pueblo durante siglos. Las barcas de jábegas se sacaban al mar quizás unos 300 días al año, aquellos en el que el mar estaba de buen humor, y cada una se aplicaba al lance unas 4 ocasiones cada día, si no más.

Cada barca implicaba 8 remeros y un espailla, más el capataz, más el propietario (a veces), mientras que en tierra se apuntaban a tirar de los cabos varios hombres más, además de los mencionados, dependiendo del volumen de la captura. La palabra jaleo se aplica al sonido del ajetreo que producen los jaladores de las traíllas de la red de jábega, sobre todo si por el peso notan que viene repleta.

Decreto de extinción

El arte de jábega era conocido como "arte de pobres" porque las capturas eran medianas o pequeñas y muchos los operarios a repartir. Estos no recibían dinero como salario, salvo de forma excepcional -cuando se producía una venta dineraria en el acto- sino que cada uno se llevaba una parte de la captura según cánones milenarios.

El pueblo de La Herradura era un pueblo pesquero todavía a mediados del siglo pasado, antes de la irrupción de la industria del turismo, tanto o más que agricultor. Le debe mucho al arte de jábega pero parece que ha decidido pasar página. Si reconsiderara su actitud y optara por buscar nuevas aplicaciones para este milenario arte de pesca, ahora en la modalidad digital, sin muerte, las podría encontrar, como deporte y recreo, por ejemplo. De la colección de Francisco Alaminos

No sólo del pescado vive el hombre, y los pescadores y sus familias subían muy a menudo a los cortijos para intercambiarlo por pan, huevos, pollos, conejos, leche de cabra, garbanzos u hortalizas, ejerciendo un tipo de economía esencialmente prehistórico, como lo es la jábega propiamente.

Asociados a la pesca también habían profesionales del transporte a lomos de bestias, que llevaban el pescado, de noche, por senderos serranos, hasta Granada o más exactamente Armilla.

Antes de generalizarse el motor de combustión interna, y las carreteras asfaltadas, había hombres que vivían de llevar el pescado obtenido por las barcas de jábega hacia los centros de consumo urbanos. Se empleaban mulas y burros, de noche, cargados también con la imprescindible sal, por senderos ancestrales a través de las sierras hasta entregar el producto en Armilla. Foto Phil Slight

En 1985 la Junta de Andalucía, en ejercicio de sus competencias, decidió que la historia de la barca de jábega había terminado, después de miles de años, a pesar de su profundidad etnográfica, su belleza y emoción y su importancia en la conformación de la personalidad de la Granada y la Andalucía litorales.

La acusación, más o menos fundada, consistió en que el arte de jábega era poco selectiva y que erosionaba los fondos marinos, y se ejecutó la sentencia de manera inmediata, sin posibilidad de defensa, incluso incautando las redes -cosa que no está claro que fuera legal-. La verdad es que la seguridad social acogió a los pescadores profesionales y hubo una conformidad general. Pareció algo inevitable e incluso un triunfo de la modernidad.

La barca de jábega “Ana y Rosario” navegó con otro nombre en la bahía de La Herradura a mediados del siglo pasado y hoy es propiedad de don Fernando, un aficionado de Nerja, aunque está depositada en la playa de Pedregalejo, Málaga. Mi impresión es que, si se le garantiza el respeto y los cuidados suficientes, el hombre la cedería a La Herradura, al meneos temporalmente, mientras reconstruimos la “Joven Consuelo”. Foto Phil Slight

¿Será posible?

La cuestión es si actualmente sería técnicamente posible, y conveniente, recuperar el ancestral arte de jábega, ahora no considerándolo una actividad del sector primario o extractivo, la pesca, sino trasladándola conceptualmente al sector terciario o de servicios, sociales, culturales, deportivos, recreativos y turísticos.

En La Herradura por ejemplo no aspiraríamos a reproducir los casi 20 mil lances anuales que seguramente se alcanzaron en el pasado, sino que nos bastaríamos con echar la red al agua un 0,1 por ciento de ese número. ¿Tampoco un 0,001?, pues vaya.

En mi opinión está claro que el arte de jábega no es la única culpable de la pérdida de biomasa y diversidad en nuestro Mar de Alborán, ni siquiera la principal causante. Más bien lo son la sobrepesca industrial, el furtivismo deportivo y la contaminación, pero el arte de jábega sirvió como chivo expiatorio y símbolo de que la autoridad hacía algo al respecto.

Neoarte de jábega

Los antiguos no podían saber en qué lugar de la playa el supuesto daño sería el mínimo posible, pero nosotros sí; como también podemos rediseñar los bajos de la red para hacerla lo más inocua posible, por ejemplo mediante rodamientos de goma.

Pescar, dice la RAE, consiste en sacar o intentar sacar peces y otros animales del agua para su aprovechamiento, y en ese caso lo que haríamos nosotros sería otra cosa. Nuestro objetivo no es capturar ni comer ni tocar siquiera los peces sino sólo saludarlos, identificarlos, contarlos y expresarles nuestra consideración.

Aplicaríamos el concepto de "pesca sin muerte", que ya existe en el mundo del sedal, al mundo de la pesca marítima con red, que en nuestro caso tendría por mejor nombre "pesca digital". El fondo del copo de nuestra red en lugar de estar cerrado tendría dispuesto un tubo de unos 40 o 50 cm de calibre y otros tantos de longitud, con una cámara subacuática incorporada que emitiría en streaming a un monitor grabador en tierra.

El procedimiento sería esencialmente similar al ancestral, de madrugada o al atardecer, sólo que conforme se cierra la red, por la acción de los dos grupos de tiradores en tierra, los peces se sentirán paulatinamente invitados a salir en fila por la apertura, quedando retratados. El riesgo físico para ellos tendería a cero.

Valores intangibles de la nopesca

El valor de la pesca sin muerte o pesca digital, considerada un ejercicio de arqueología experimental, etnografía lúdica, ecología dramática, lucha cívica y divertimento grupal, sería cuádruple.

  1. a)Manifestaría cierta capacidad de respeto por parte de la sociedad andaluza moderna hacia su propio pasado y personalidad.
  2. b)Mejoraría los datos disponibles por la ciencia sobre la evolución de la biomasa ictiológica respecto a las políticas de la administración.
  3. c)Podría llegar a implicar al pueblo en el aprecio, el fomento y la defensa de su propio patrimonio natural e histórico, y
  4. d)Fomentaría el litoral granadino como destino de prestigio para el turismo cultural, el turismo científico y el turismo medioambiental

En playas de Málaga actualmente se conceden permisos especiales para echar el lance, y pescar de verdad, tantas veces como se solicita; quizás porque se solicita una vez al año o poco más. En Granada se tendría el mismo derecho, supongo, pero reconozco que yo solo no puedo remar en la barca y simultáneamente tirar de ambos cabos en tierra. Además prefiero con mucho la pesca digital, a todas luces más elegante, ecológica y telegénica.

El arte de jábega en acción en 1961, en la playa de Pedregalejo, Málaga. Estas fotos forman parte de la colección etnográfica del neozelandés Phil Slight, expuestas en Astilleros Nereo hasta agosto de este año. Se recomienda la visita.

MÁS INFORMACIÓN

BIBLIOGRAFÍA

- La Jábega. Unicaja. 2002. Málaga

- Luis Bellón. El Boquerón y la Sardina de Málaga. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Estudios Malagueños, 1950, Málaga.

- Pedro Portillo. La barca de jábega. Industria artesanal en la tradición malagueña. Revista Péndulo , nº 1, diciembre de 1991.

- Miguél Álvarez. La jábega. Revista Jábega, nº 4. diciembre de 1973.

PÁGINAS WEB

- Jábega

https://es.wikipedia.org/wiki/Jábega

- La jábega: arte de pesca y embarcación

www.juntadeandalucia.es/cultura/archivos_html/sites/... DOCMES_201503_4.pdf

- La jábega, antes y ahora

https://sinalefa5.wordpress.com/2011/07/12/la-jbega/

- La jábega

https://sinalefa5.wordpress.com/2011/07/12/la-jbega/

- Amigos de la Barca de Jábega - Las artes de pesca

www.amigosjabega.org/index.php?page=las-artes-de-pesca

- La pesca de jábegas en Conil entre 1688 y 1800

www.laespailla.es/.../LA%20PESCA%20DE%20JABEGAS%20EN%20CONIL%20EN...

- Cueva de la Laja Alta - Wikipedia, la enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Cueva_de_la_Laja_Alta

- Embarcaciones iberas en la laja alta - Rodin

rodin.uca.es/.../EMBARCACIONES%20IBERAS%20de%20LAJA%20ALTA03.pdf?

- El Petroglifo de Santa Catalina - Rodin

rodin.uca.es/xmlui/handle/10498/15157

- Abrigo Rupestre de la "Laja Alta"

www.jimenadelafrontera.es/abrigo-rupestre-de-la-laja-alta

- Prehistoria del sur: El abrigo de la Laja Alta

www.prehistoriadelsur.com/2013/12/el-abrigo-de-la-laja-alta.html

- Esparto de la cueva de los murciélagos

https://www.google.es/search?q=Esparto+murciélagos+albuñol&espv=2&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiyp4u2anTAhXMERQKHbcTCdQQ_AUIBigB&biw=620&bih=301#imgrc=4RbKztMe9aoMbM

- Megalitismo

https://es.wikipedia.org/wiki/Megalitismo

ÁNGEL GALDO

aegardo@yahoo.es