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¿POR QUÉ ES NECESARIA LA PROTECCIÓN DE LA PUNTA DE LA MONA?

A principios de Enero del 2025 se publicó en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía la Orden por la que se regulan diversas actividades dentro de la Zona de Especial Conservación Acantilados y Fondos Marinos de la Punta de La Mona, situados en la provincia de Granada. Desde su publicación, diversos sectores afectados se han manifestado en contra de la Orden, dando la sensación de que dicha regulación, aparte del beneficio que pueda tener para el medio ambiente, no genera nada positivo para la zona.  Por el contrario, pensamos que contar con un área natural con un buen estado de conservación, como la Punta de la Mona en el ámbito del mar de Alborán, debería ser un motivo de orgullo y prestigia a nuestro litoral, además de que supone un beneficio para los recursos pesqueros y la biodiversidad.

La Punta de la Mona es un promontorio rocoso situado entre las localidades de Almuñécar y la Herradura, que cierra la bahía de la Herradura por el este y forma a levante la ensenada de los Berengueles. Es una de las pocas zonas del litoral andaluz en el que los fondos rocosos discurren sin discontinuidad hasta alcanzan profundidades cercanas a los -50 m., lo que permite la presencia, cerca de la costa, de comunidades tan espectaculares como las que forman el coral candelabro Dendrophyllia ramea junto a otras especies de invertebrados.

"Bosque" de coral candelabro en la Punta de la Mona.

El valor ambiental de estos acantilados y fondos marinos de la Punta de la Mona en la que, aparte de estas comunidades de corales y gorgonias, se pueden encontrar ejemplares de la lapa ferruginosa, catalogada como “en peligro de extinción”, y de otras especies en situación de vulnerables, dio lugar a que fueran incluidos en la red de espacios naturales de la UE conocida como red Natura 2000, siendo declarados Lugar de Interés Comunitario (LIC) en el 2007. Posteriormente en el 2015 pasó a ser Zona de Especial Conservación (ZEC). Junto a la Punta de la Mona se crearon otras tres  Zonas de Especial Conservación en la costa de Granada: los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, los Acantilados y Fondos Marinos Tesorillo-Salobreña y Acantilados y los Fondos Marinos de Calahonda-Castell de Ferro; aparte del monumento natural Peñones de San Cristóbal. Todas ellas suman unos 16 km del total de los 70 km que tiene el litoral granadino, por lo que suponen aproximadamente un 22% de nuestra costa. Sin embargo, solamente el Paraje Natural de Maro-Cerro Gordo contaba con un plan de ordenación que regula las diferentes actividades, entre ellas la prohibición de la pesca tanto profesional como recreativa, por lo que hasta la publicación de la Orden, se podía considerar como la única zona marina con protección real en nuestro litoral, apenas un 7% de su longitud. En el resto de los ZEC, incluido el de la Punta de la Mona, las actividades que se podían  realizar no difieren del resto de zonas sin ningún tipo de protección: pesca profesional, deportiva, náutica deportiva, etc.

Zonas de Especial Conservación del litoral de Granada. En verde las que cuenta con un plan de ordenación que regula las actividades que se pueden realizar. (Imagen Google Earth)

 

Estas actividades han tenido y tienen un impacto sobre los diferentes hábitats submarinos de nuestro litoral. El problema en el mar es que todo lo que está sumergido no está visible para el gran público, por lo que no nos hacemos una idea de las consecuencias que genera nuestro día a día.

Algunos de los hábitats más sensibles los encontramos en la Punta de la Mona, uno de ellos es el formado por el coral candelabro que se desarrolla por debajo de los -30 m de profundidad. Estos grandes corales, conocidos en la zona también como ramos, pueden alcanzar el metro de altura y son muy frágiles a las artes de la pesca artesanal y a los sedales de la pesca deportiva. ¿Pero cómo afecta la pesca artesanal?, ya que está considerada como uno de los tipos de pesca más sostenible. La respuesta la tenemos en los cabos (cuerdas) de las nasas, trampas con las que se capturan algunas especies, y en las redes de los trasmallos, al quedar enganchadas en las colonias de coral y de otros invertebrados, dañándolas o arrancándolas al ser izadas. El empobrecimiento o desaparición de estas comunidades afecta de una forma directa a la población de peces, ya que son la causa principal de que encuentren allí. Con la Orden las artes de pesca quedan fuera de los fondos rocosos y a una distancia de seguridad que evita que las corrientes u otras circunstancias los arrastren hasta la roca.

Diferentes colonias de invertebrados dañadas por artes de pesca artesanal en la Punta de la Mona.

 

Otra actividad que ha contribuido al deterioro de los organismos bentónicos, aparte del impacto que tiene sobre las poblaciones de peces, es la pesca deportiva desde tierra o desde embarcación. Los sedales, anzuelos y plomos se enganchan y enredan en esponjas, corales y otros animales, causándoles daño o arrancándolos del fondo. Una gran parte de las colonias de coral candelabro y de gorgonias tienen su “trozo de hilo de pesca” asociado, éste les causa heridas que son aprovechadas por otros animales para crecer sobre ellas y de esta forma, ir poco a poco “ahogándolas”.

Sedales, plomos y anzuelos se pueden observar enganchados a diferentes especies de animales de la Punta de la Mona. Arriba-izquierda una nacra (un bivalvo de gran tamaño parecido al mejillón); arriba-derecha coral naranja: abajo-izquierda gorgonia; abajo derecha coral candelabro

Un problema añadido, tanto en la pesca artesanal como en la deportiva, es la durabilidad de los materiales que utilizan y que permanecen durante años, dando lugar a lo que se conoce como pesca fantasma, redes que se quedan enganchadas en el fondo y que continúan pescando durante un periodo largo de tiempo, o en el caso de los sedales de pesca dañando las colonias de animales. Hay zonas de la Punta de la Mona en que hay tal cantidad de restos que impiden ver la roca que hay debajo, dándonos la sensación de encontrarnos en un vertedero.

Restos de las cuerdas de las nasas forman un entramado sobre los corales y otros organismos a unos 30 m. de profundidad.

Dentro de la pesca recreativa, la pesca submarina se considera como una de las más selectivas y por tanto podría pensarse que su impacto sobre las poblaciones de peces es mínimo. Esta selectividad ha supuesto, prácticamente, la desaparición en la costa granadina de los grandes serránidos, entre ellos los meros. Según algunos investigadores, la desaparición de los individuos de mayor tamaño puede afectar negativamente a su reproducción, al ser las hembras más grandes más fecundas, con un mayor periodo de reproducción y con huevos de mayor tamaño que generan larvas con mejores tasas de supervivencia, pudiendo afectar a la composición de las comunidades de peces de una zona. En el libro “A la caza de los grandes peces” del francés Marcel Isy-Schwart, este comenta la diferencia que encontró en las poblaciones de meros en Calahonda y Almuñécar, entre los años 1948 y 1950.  El autor cita textualmente “Es la pura verdad que la fisonomía de los buenos parajes, cuando se vuelven conocidos, se modifica a veces muy rápidamente. Como prueba me basta el ejemplo de Almuñécar, precisamente. Cuando regresé, dos años más tarde, en 1950, la pesca, a pesar del tiempo más favorable era sensiblemente menos abundante. Y en cuanto al famoso paraje de Octavio Sánchez en Calahonda, fue una de mis mayores decepciones.” En 1948 el autor llegó a estimar la población de meros de este paraje en más de 50, mientras que en 1950 no superaban los 10 ejemplares, achacándolo al aumento de la afluencia de pescadores de la zona. “Desde entonces, los pescadores de Motril, especialistas y aficionados, atraídos por la fama de las pescas milagrosas, habían llegado en mayor número cada año: unos capturaban peces, otros fallaban o los herían, pero todos contribuían a hacerlos huir”. Hay que tener en cuenta que la técnica y el material que tenían aquellos pescadores no tiene nada que ver con la de los actuales.

Es fundamental la prohibición de la pesca submarina, si se quiere recuperar la población de peces de la Punta de la Mona. Según diferentes investigadores la recuperación total de los peces depredadores tarda unos 30 a 40 años desde la aplicación de las medidas de protección, aunque los efectos se empiezan a notar pasados entre 1 y 3 años. La realización de este tipo de pesca, aunque sea regulada, ralentizaría o anularía la efectividad de las medidas de protección.

Además hay que añadir que esta selectividad se ve afectada por la actividad de algunos pescadores furtivos, que no respetan ni el máximo de capturas ni las tallas mínimas, aparte de capturar crustáceos y cefalópodos. Muchos de estos ejemplares de tallas no reglamentarias acaban en las vitrinas de restaurantes a lo largo de toda la costa, convirtiéndose la pesca submarina en una actividad económica más que deportiva y suponiendo una competencia desleal a los pescadores profesionales.

Pequeños ejemplares de mero y falsos abadejos procedentes de la pesca submarina se ven con frecuencia en las vitrinas de algunos restaurantes del litoral granadino.

 

La posibilidad que se abre en la Punta de la Mona, después de muchos años, al aprobarse un plan de gestión en que se regulan o prohíben algunas de las actividades responsables del deterioro de las comunidades y de la disminución de la población y tamaño de los peces, da cierta esperanza sobre la recuperación de esta ZEC. Ejemplos de que esto es posible lo tenemos en otras zonas como la Reserva Marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas, creada en 1995 y en donde diferentes investigadores, indican que los resultados de esta reserva se encuentra entre los mayores registrados en las áreas marinas protegidas del Mediterráneo. En este mismo estudio señalan que las especies más beneficiadas por las medidas de protección pesquera son los grandes depredadores.

La Orden también regula otras actividades como son el fondeo de embarcaciones y el buceo recreativo. En el primer caso las embarcaciones de pesca recreativa fondean justo en la zona más profunda de la Punta, que es donde se encuentran las colonias de coral candelabro, rompiéndolas cuando caen las anclas y arrancándolas al izarlas. El problema se agudiza durante los temporales de poniente, especialmente en los meses de verano, en los que un gran número de embarcaciones recreativas se concentran en la ensenada de los Berengueles, para bañarse y pasar el día, echando el ancla en las zonas más calmadas que son las más próximas a la costa,  afectando a las comunidades de diferentes afloramientos rocosos existentes. Especialmente a unas formaciones originadas por algas rojas calcáreas, llamadas fondos de rodolitos, que hacen de la Punta de la Mona una de las zonas más singulares y diversas de todo el mar Mediterráneo.

Embarcaciones fondeadas en la Punta de la Mona y en la Ensenada de los Berengueles.

 

En cuanto al buceo, se propone el control del número de buceadores. Siendo necesario, además, un seguimiento del impacto de esta actividad en las comunidades, así como la delimitación de zonas en función del nivel de los buceadores. Permitiendo el acceso a los hábitats más sensibles a aquellos con titulaciones que acrediten un nivel de buceo que minimice el impacto. Para ello será fundamental la colaboración de los centros de buceo en el control y formación de los buceadores.

Por todas las razones expuestas anteriormente creemos que es necesario esta protección de la Punta de la Mona, para frenar su deterioro e iniciar un proceso de recuperación de sus comunidades submarinas. Toda regulación exige sacrificios, en este caso la delimitación de unas zonas de pesca para las actividades profesionales y de la prohibición de la recreativa. Pero cualquier persona que conozca y ame el mar sabe, a lo largo de su experiencia como pescador, como las capturas han ido disminuyendo con los años al igual que su tamaño. En relativamente poco tiempo la población de peces empezará a aumentar, desplazándose a otras zonas fuera de la reserva, lo que beneficiaría a la pesca profesional y deportiva.  Esto lo podemos ver en otras reservas creadas en el litoral español: Cabo de Palos, Tabarca, Columbretes, etc., incrementándose el beneficio que generan las actividades de turismo activo, como es el caso del buceo, que ya en la actualidad atrae a la Punta de la Mona personas de toda España y de otros países europeos. La recuperación de las comunidades naturales de Punta de la Mona, especialmente la de los grandes peces, potenciaría el turismo de buceo, uno de lo motores económicos por los que lleva apostando el Ayuntamiento de Almuñécar-La Herradura en los últimos tiempos.

Estas restricciones a la pesca deportiva estarían afectando, en todo caso, a una superficie pequeña del litoral de Granada, quedando la mayor parte sin ninguna restricción. La protección de la Punta de la Mona afecta a las actividades de una pequeña parte de la población, pero será enormemente positiva para la mayor parte de la sociedad, ya que contaremos en el futuro con unos de los espacios naturales más importantes y mejor conservados del Mediterráneo.

REFERENCIAS

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- García Charton JA (Coord.), Barcala Bellod EM, Boza Vindel C, Bulto Estébanez C, Carretero Sánchez L, Cuadros Casado A, Orenes Salazar V, Pereñiguez López JM, Rojo

- Moreno I (2018). Estudios de seguimientos de la reserva marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas. Universidad de Murcia.

- Halpern BS, Warner RR, (2002) Marine reserves have rapid and long lasting effects. Ecol Lett 5: 361-366

- Lloret J, Zaragoza N, Caballero D, Font T, Casadevall M, Rier V (2008). Spearfishing pressure on fish communities in rocky coastal habitats in a Mediterranean marine protected area. Fisheries Research 94: 84–91

- Isy-Schwart, M. 1975. A la caza de los Grandes Peces. Círculo de amigos de la Historia. S.A. Madrid.

- McClanahan TR (2000) Recovery of a coral reef keystone predator, Balistapus undulatus, in East African marine parks. Biol Conserv 94: 191–198

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- Russ GR, Alcala AC (2004). Marine reserves: long term protections is required for fully recovery of predatory fish populations. Oecol 138: 622-627

VÍDEOS REALIZADOS POR EL DEPARTAMENTO DE ZOOLOGÍA DE LA UGR SOBRE EL ESTADO PUNTA DE LA MONA

LUIS SÁNCHEZ TOCINO