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EL TERRITORIO LITORAL GRANADINO

Estructura del territorio litoral de la provincia de Granada.

Introducción

Es considerando común en relación a ciertos territorios, ciudades y obras artísticas, la capacidad de emocionar, conmover y trascender más allá de su realidad física. Así, la belleza melódica de la música de Juan Sebastián Bach y la absoluta perfección estructural de la misma implica tanto una complejidad interpretativa como una capacidad de deleite que hace que bien pueda ser la música preferida tanto de melómanos avezados, como de oyentes no cultivados. Y, de hecho, la es.

La cualidad compleja de ser un territorio reconocible y estar considerado un paisaje con identidad [1] está reservada a entornos en los que la realidad física y la identidad cultural han ido avanzando simultáneamente, y, por la entidad cultural y complejidad paisajística del litoral de Granada, esta sección del mar de Alborán, la costa granadina, lo es.

En el litoral granadino esta complejidad se funda en el hecho de que territorio y paisaje se integran como un entorno de identidad propia, basado tanto en su cultura, ancestral, como en sus rasgos territoriales, característicos. Esta sumatoria hace de este territorio una costa elegida desde hace décadas tanto por investigadores, como por turistas[2], para pasar sus temporadas estivales.

El Territorio político

No es excesivamente conocido el hecho de que la actual división provincial española, que separó definitivamente a Granada de Málaga y Almería, es fruto participado de un insigne motrileño, D. Francisco Javier de Burgos y del Olmo[3], periodista, escritor y Contador del Reino, motrileño de cuna y formación, que comenzó su andadura en la corte de la Reina Isabel II durante la Regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y que sería, finalmente, Ministro de Hacienda entre 1833 y 1834. Es en este período cuando se realiza la distribución provincial del Reino de España, operación neta de la Ilustración política española, que necesitaba seccionar y clasificar como método de conocimiento y control, y sobre todo, de recaudación[4], en la cual la Granada provincial recibe sólo parte del territorio que capitalizaba como reino–histórico hasta el s. XV, y cultural hasta el s. XX con la llegada de las autonomías-, reconociendo a las antes subsidiarias Málaga y Almería como iguales a ella.

Fig. 1. Retrato en grabado de Javier de Burgos, por Domingo Valdivieso Henarejos. Biblioteca Nacional de España.

La ilustrada provincia de Granada es una demarcación conveniada de territorio en el Sureste de la Península ibérica, con una extensión aproximada de 12.500 km2 y limitada, al Este, mayoritariamente por Almería -tiene linde también con Murcia y Albacete- por el Norte, con Jaén, y al Oeste, mayoritariamente con Málaga y también con Córdoba. El Sur de la provincia es su salida natural al Mediterráneo, en una costa mediterránea muy accidentada orográficamente, característica que la distingue morfológicamente de las riberas de Málaga y Almería. Estos límites de Burgos y del Olmo, parecen delimitados con el firme propósito de acoger en su interior la mayor variación de territorios presentes en las sierras, costas y llanuras de las estribaciones de la antigua Baetica romana en la que se asienta, acogiendo dentro de este contorno tal diversidad territorial que la lectura de los mismos ha provocado un elenco tal de paisajes que ha justificado su referencia a modo de pequeño continente, y ciertamente sin salir de la actual provincia de Granada, podemos encontrar desde paisajes de alta montaña hasta desiertos, pasando por playas subtropicales, que es el caso que nos ocupa.

Fig. 2. Reino de Granada. Mapa de la guía de regiones españolas del Duque de la Alcudia, 1795, tal y como se encontraba políticamente en el momento de fundación del primer Catastro, el del Marqués de la Ensenada, antes de la subdivisión en la Regencia de María Cristina. Archivo Histórico Nacional.

El Territorio físico

Esta variación de paisajes es el principal rasgo de la provincia, que, al igual que la ciudad que la nomina, tiene en ella representación mayoritaria de todo cuanto tiene valor territorial, agrícola, natural y etnológico en rededor. Limitada entre los paralelos 36º 44´ y 37º 56´ de latitud Norte y los 1º 22´ y 0º 33´de longitud Este y Oeste, la provincia queda característicamente formada por tres regiones oro-geográficas y climatológicas muy bien diferenciadas. La alta montaña del macizo de Sierra Nevada ofrece cimas de las más elevadas de Europa –hay 22 picos de más de 3.000 metros de altitud– y en sus postrimerías posee también paisajes de media montaña con bosques mediterráneos y la costa mediterránea.

Como continuación de estas cumbres nacen sus sierras costeras menores, también del macizo penibético, que la separan del Mediterráneo: las Sierras de Lújar y la Contraviesa, soporte físico del límite norte del territorio de la costa granadina. Esta costa mediterránea en la provincia de Granada posee una especial denominación que reconoce dicha especificidad de su entidad paisajística, geográfica y climatológica: la Costa Tropical.

Siendo la extensión provincial de costa más limitada de la cuenca mediterránea española –sólo tiene una longitud total de costa de 79 km– y la cuarta más limitada de toda España –sólo supera a Guipúzcoa, Melilla y Ceuta– tiene sin embargo una muy limitada plataforma continental, lo que favorece la renovación de agua superficial de origen atlántico y agua fría profunda y ello –junto con la limitación al Norte de Sierra Nevada y las Sierras de Lújar y la Contraviesa– provoca un clima en este breve espacio costero más húmedo y cálido de lo que septentrionalmente le correspondería, diferencia que es evidente en las cercanas y más extensas –y menos profundas- costas de Málaga y Almería.

Fig.3. Mapa físico de la provincia de Granada, de José Bertuchi. 1902. Archivo Histórico Provincial.

Más que una variación, los paisajes de la provincia conforman una diversidad de elementos y figuras tan diferentes que es difícil establecer una identidad común fuera de la casi permanente referencia visual lejana de los sistemas montañosos penibéticos.

Aunque el curso de la historia habrá provocado importantísimos cambios en el territorio y el reflejo cultural de su paisaje, la costa de Granada es una entidad territorial en la que convergen visualmente cumbres de nieves -antes eternas- frondosos cursos de ríos y cálidas playas, fértiles llanuras y profundidades abisales.

Esta costa, actualmente pobre en pesca y de difícil explotación en agricultura –por su complicada orografía y déficit de infraestructura hídrica– ofrece, no obstante, localizaciones y estampas de arquetípica belleza mediterránea, que con su extremadamente suave clima no hace sino contrastar enormemente con la muy cercana Sierra Nevada y las fértiles vegas y llanuras que los aportes de los principales ríos han originado en la zona de desembocadura, allí donde los angostos acantilados en los que las sierras acaban directamente en el mar, lo han permitido. Es el mar de Alborán el que limita la línea de costa de Granada. El mar de Alborán, sección occidental mediterránea, es la puerta de entrada del océano Atlántico hacia el Mediterráneo, por lo que está muy influenciado por aquel.

El Territorio físico de la costa granadina es de fácil lectura, merced a la clara conformación geográfica que posee. El Territorio costero de Granada sufre un fortísimo contraste entre la línea costera, con algunas llanuras de aporte fluvial utilizadas como vegas agrícolas –zonificación que acoge los principales núcleos urbanos- y el territorio de cornisa, interior, formado por una alineación casi continua de pequeñas sierras que abrazan la ya referida franja costera.

En el interior continental, existe un arco montañoso junto al litoral, formado por las sierras del Chaparral, la de los Guájares y la de Cázulas, que son las estribaciones orientales de la sierra de la Almijara y Lújar, estribación postrera a su vez del macizo penibético de Sierra Nevada. Los volúmenes de este arco montañoso, con altitudes de casi 1.000 m.s.n.m; de origen calizo y dolomítico únicamente se ven separados del mar por los deltas que han formado los escasos ríos de la zona, con la excepción del Guadalfeo, que posee un delta mucho mayor, formando la gran llanura litoral de la Vega de Motril, mediatriz de la costa granadina y divisoria de las zonas occidental y oriental de la misma.

Conceptualmente, la costa granadina es una trinchera con la que la vega de Granada y el mar de Alborán se protegen mutuamente, formada por las sierras de la Almijara y la Contraviesa, trinchera rota únicamente con la salida de la vega de Granada hacia el mar, a través del Valle y el curso del Guadalfeo[5].

Fig. 4. Mapa hipsométrico de la región de influencia del terremoto del día de Natividad de 1884. Archivo histórico del Instituto Geominero Español.

La articulación del paisaje

Esta contradicción entre partes se percibe como el común denominador en toda la costa, pues es ésta la característica fundamental de la articulación territorial de este territorio costero granadino. De una parte, el soporte físico de la orografía natural, y de otra, las redes humanas tejidas durante casi 2.500 años sobre, bajo y contra la primera; llámense infraestructuras de la comunicación, medios de desplazamiento o vectores de conexión.

Fig. 5. Reino de Granada. Detalle de la costa, con la adscripción de los términos municipales. Mapa de Tomás López, 1779. Archivo Histórico Provincial.

 

Las diversas acepciones del territorio de la costa granadina pasan por la asimilación de dos naturalezas aparentemente opuestas, pero descubiertas como superpuestas y complementarias a poco que nos interesemos en su observación en conjunto. La estructura general de antropización del territorio nace con una urbanística básica, ciudades apoyadas en laderas, rodeadas de una fértil vega –aunque de limitada extensión- que la nutre y unas montañas que aseguran su estabilidad de ciclos climáticos y protección.

Esta reconocible y característica estructura territorial general es el resultado de una conformación territorial continua y característica, de un mar que se encuentra con una orografía accidentada sin solución de continuidad. El acuerdo entre ambos extremos en la costa de Granada genera un entorno antropizable sólo en las zonas no abruptas, breves llanuras litorales que se han ido ampliando con el paso de los siglos, lo que ha facilitado la implantación de asentamientos humanos en esta costa desde la más profunda antigüedad, en una unión de paisajes urbanos y territorio cercano como en pocos otros puntos del Mediterráneo, dando lugar a una concatenación de ciudades que se han hecho desde el territorio, y con un territorio que se ha hecho desde el paisaje urbano.

Fig 6. Mapa interpretativo categórico de la costa de Granada. Con nodos y vectores. Marco Stamen sobre mapa REDIAM WGS84, y vectores interpretados. Montaje del autor.

Las principales ciudades de la costa granadina, Almuñécar, Salobreña y Motril, no lo son sólo por la dimensión de su población o su influencia territorial, sino por su fundación histórica, a comienzos del siglo XV a. de JC. Así, Seks (Almuñécar), Salambina (Salobreña) y Murgis (Motril) conservan aún hoy en su morfología territorial la característica común con el territorio en el que se enclavan: el reconocimiento de las partes que las conforman y la entidad de conjunto construido compacto, como ciudades en sí, más que como meros núcleos –modo de ocupación del resto de la costa-. Cada accidente orográfico es reconocible, desde una cualidad propia en relación a sí y a sus condiciones de contorno, y se puede leer pese a la imposición de estructuras de crecimiento urbano impuestas por un desarrollismo que no quiso ni supo mirar la historia y confundió progreso con superación. Esto es lo verdaderamente característico de la estructura actual de las ciudades-nodo de la costa Granadina, la pervivencia ambiental que nos permite leer territorio y ciudad desde la exterioridad a la interioridad sin quedar impedido por la alteración de los límites entre uno y otra, y nos permite aprehender las ciudades anteriores[6] tanto en la estructura urbana actual como en la articulación –por continuidad- de esa estructura interior con el exterior mediante las infraestructuras de nexo.

Fig 7. El paseo del Altillo desde el Peñón de San Cristóbal, en 1928. Nótese el contacto entre los sistemas serranos y el mar (hoy acordados por el aumento de espacio urbano en gran parte de la línea costera) y las vegas en las zonas de desembocadura, respetadas por la contención de las ciudades costeras en los promontorios donde fueron fundadas . Foto, archivo Torres Molina.

La antropización del territorio en estas ciudades principales están basadas en una inversión del proceso urbanizador característico de la modernidad –basado en la secuencia P-U-E: parcelación, urbanización y edificación- habiendo estructurado el territorio cuando la edificación ya estaba presente desde una antigüedad de varios milenios [7]. El paisaje urbano del sector oriental de la costa granadina, mucho más limitado en extensión y población, ha seguido por su falta de estrato histórico los procesos P-U-E y, dada su morfología inicial de brevísimos pueblos dedicados a la pesca, han crecido sin control, perdiendo su identidad edilicia por dilución en un tejido urbano reglado y sin atención al territorio que lo nutre. Pese a ello, existe, superpuesta a esta orografía geomorfológica, una red patrimonial de elementos defensivos medievales y renacentistas, que para la protección costera fueron creados entre los siglos XIII y XVIII, los cuales generan una lectura fehaciente de las relaciones visuales, de acceso a diferentes llanuras costeras, y de protección de nodos urbanos generados en su rededor, que aún hoy permanecen como testigos inefables de lo que fue este territorio.

Este territorio está articulado mediante los mismos vectores que quedaron establecidos en la antigüedad. La conexión longitudinal, a lo largo de la línea costera –uniendo los núcleos del sector oriental con las ciudades del sector occidental y las llanuras litorales entre sí, donde las hubiera- es hoy el principal vector físico de movimiento, actualmente la Autovía del Mediterráneo, A-7; que recorre el trazado del principal eje vertebrador de la costa mediterránea Española, la CN-340, hoy por hoy, la carretera más larga de España, con casi 1.300 km. Sin embargo, la construcción del eje vertebrador de la CN-340 no es, en absoluto, obra de la modernidad española, si bien su trazado exacto tomaría su figura del proyecto de la carretera del Mediterráneo -que el Gobierno del General Miguel Primo de Rivera desarrollaría entre 1924 y 1928- definiendo su trazado actual y que supondría el efectivo eje colonizador y sustentador del desarrollo urbano permanente, primero de los municipios volcados al mar, y posteriormente, con el desarrollismo, como eje capital de una población dependiente de la temporada.

No obstante, este vector recoge la articulación básica del territorio de la costa granadina –esto es, movimiento paralelo a la línea de costa para la conexión de núcleos- quedó consolidado con la construcción de la Vía Augusta, construida durante la civilización de Roma, que unía Gadir[8] con Barcino[i9]. Desde estos vectores principales –cuya desfase temporal en la provincia de Granada ha sido mínima, pues ha soportado una dilación de más de 20 años para ver desdoblado este vector entre la A-7 y la CN-340- se abren las conexiones transversales, que desde la línea de costa conectan núcleos urbanos y ciudades, llanuras litorales e infraestructuras menores hacia núcleos ubicados en la accidentada orografía de sus sistemas de sierras cercanas.

El patrón de asentamientos, bien en línea de costa, bien en sistemas serranos cercanos, reproduce las dos fases fundamentales en la antropización de la costa de Granada. Durante el Neolítico final y la Edad del Cobre se utilizaron cuevas y abrigos en los entornos cercanos, pero no próximos al mar, que sí se fue ocupando durante el Bronce final, superponiéndose con la fundación por parte de comerciantes fenicios de los principales núcleos costeros, que posteriormente durante la civilización de Roma se mantendrían y ampliarían en complejidad urbana y funciones, en especial el Municipium de Sexi Firmum Iulum, la actual Almuñécar, auténtica capital historiográfica de la costa granadina.

Fig 8. Mapificación por elementos de la costa granadina, con elementos principales de articulación. Fuente: Cuaderno de Paisajes y patrimonio cultural en Andalucía. IAPH.

Esta red de asentamientos, conectados mediante el eje principal paralelo a la costa, se ha mantenido hasta nuestros días, si bien por la conexión con Granada en la cuenca del Guadalfeo, ha basculado la relevancia funcional de las ciudades del sector occidental hacia el nodo central de cruce de ambos vectores, Motril, que por la relevancia de su puerto, comercial, la conexión directa con Granada y la disponibilidad de espacio no protegido en la llanura litoral de su amplia vega, aloja en la actualidad la población de mayor tamaño y concentra la disponibilidad de servicios. Este cambio de orientación estructural ha forzado cierta especialización de sus polos naturales, reforzando el carácter turístico y ambiental del sector occidental –con las ciudades de Salobreña, Almuñécar y La Herradura- y soportando el carácter agrícola de núcleos dispersos de menor tamaño en el sector oriental, como Calahonda, Gualchos-Castell de Ferro, Castillo de Baños, Melicena y La Rábita.

Esta dicotomía entre el interior y el exterior dota de identidad propia a la percepción del territorio de la costa granadina, cuya característica principal es precisamente la contradicción entre sus partes. Así, de la misma forma que las breves llanuras litorales contrastan con las estribaciones montañosas de las postrimerías penibéticas, que caen hasta el mar o las llanuras; así también contrasta la sección occidental –comprendida entre el límite con la provincia de Málaga, y la vega del Guadalfeo- posee una complejidad urbanística, un tejido turístico y una riqueza paisajística y ambiental mucho más exuberante que la zona oriental –comprendida entre la vega del Guadalfeo y el límite con la provincia de Almería. Así también, el estrés visual del territorio de la sección occidental de la costa es mucho menor, al poseer mayor amplitud en las llanuras litorales, una mayor entidad urbanística y ausencia de las chocantes llanuras de plástico de los invernaderos, cuya presencia, junto con la proximidad con núcleos urbanos acotados y menos desarrollados, genera un mayor estrés visual en el sector oriental de la costa.

La estructura general territorial de la costa de Granada, está articulada por el movimiento, demediada entre la “nueva” autovía de la costa y la muy antigua CN340. Los recorridos tangenciales a la costa son imposibles por la compleja orografía, y los sinuosos trazados de la urbanización leen las zonas que se han ido ocupando a lo largo de la historia. Así como la CN340 recorre los nodos urbanos, la A7 posee un trazado alejado de la línea costera, con conexiones transversales no planteadas en relación directa a los nodos, sino según las limitadas posibilidades geográficas de la compleja orografía. Este nuevo trazado de la Vía Augusta posibilita hoy que -tras haber estado denostada profundamente por la lentitud con la que esta A-7 ha podido construirse aquí, la costa granadina- esté estabilizada territorialmente como parte de los Territorios Turísticos del Litoral mediterráneo español, pero sigue sin contar aún con un Plan de Ordenación Intermunicipal o Territorial específico, que asegure su crecimiento ordenado y respetuoso, lejos de las veleidades pasadas, y el respeto por el mar.

Mapa físico y morfológico de la costa de Granada
[1] La diferencia entre territorio y paisaje proviene tradicionalmente de la elaboración personal de un territorio que, demediado mediante la interpretación y la memoria, es aprehendido en su creación personal. En Realidad, hay tantos paisajes como personas, si bien las características comunes son las definidas como conformadoras de la realidad del mismo.
[2] V.gr. la elección de estas ocupaciones no implican más que muestra del muy amplio rango de formación que pueden tener personas muy diferentes que eligen, por muy diversos motivos, un mismo territorio para visitar o habitar.
[3] Motril, 1778- Madrid, 1849.
[4] No obstante, el primer catastro español, el promovido por el Marqués de la Ensenada en 1749 durante el reinado de Fernando VI, fue ampliamente estructurado y adaptado a la nueva estructura provincial.
[5] Nótese esta clara estructura en el mapa geológico e hipsográfico de 1884, debido a la proyección sombreada de las secciones de descenso en las zonas montañosas, que refleja claramente esta descripción.
[6] Contenidas en las actuales ciudades de relevancia en la costa granadina occidental, como reconocibles centros históricos, de contornos definidos y tramas urbanas reconocibles en su heredad histórica.
[7] Durante la década de 1920 Almuñécar comienza a superar sus límites para ganar espacio social para un nuevo uso: el turismo. Décadas más tarde, lo harían otros núcleos.
[8] La actual Cádiz, de fundación estimada en el s. XIX a. de JC.
[9] La actual Barcelona.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:

- BAREA FERRER, J. La defensa de la costa del reino de Granada a mediados del siglo XVIII. Anuario de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Granada, nº II-III. Granada, 1975-1976.

- CAMARA MUÑOZ, A. Las torres del litoral en el reinado de Felipe II: Una arquitectura para la defensa del territorio, Espacio, tiempo y forma. Revista Historia del Arte, nº 3. Madrid, 1990.

- GAMIR SANDOVAL, A. Organización de la defensa de la costa del Reino de Granada desde su reconquista hasta finales del siglo XVI, Boletín de la Universidad de Granada, vol. XV. Granada, 1943.

- GÓMEZ MORENO, M. Monumentos romanos y visigodos de Granada. Estudio preliminar de Roldán Hervás, J. M, sobre el original de 1889. Universidad de Granada. Granada, 1988.

- LÓPEZ ARQUILLO, J.D. Seks, Sexi Firmum Iulum, Almuñécar. Guía Histórica, Urbana y Submarina. Ed. Dialéctica. Granada, 2016.

-OCAÑA MARTÍN, A. y SÁNCHEZ TOCINO, L. Fauna submarina. En colección Granada, guías de naturaleza. Editorial diputación de Granada. Granada, 2003

JUAN D. LÓPEZ ARQUILLO