La principal cualidad orográfica de la costa granadina, que supone su rasgo paisajístico más característico, es el contraste entre las elevadas serranías –estribaciones de los sistemas penibéticos, las Sierras de Lújar y la Contraviesa- que discurren paralelas a la costa y que alternan abruptas caídas dentro del mar, alternadamente con algunas llanuras litorales que en tiempos, y aún hoy, son zonas de cualidad agrícola.
Esta característica orográfica supuso la justificación logística que facilitó el establecimiento de los primeros habitantes costeros, pues la costa granadina se compone de estribaciones protegidas por el mar y vegas cercana, con promontorios sobresalientes en medio de las vegas, bien con cuevas y abrigos naturales, bien fácilmente defendibles.
En este territorio, una pequeña ciudad podía crecer sobre la base de un autoabastecimiento cercano. Estas amplias vegas de acumulación de manto alpujárride, con colinas aisladas de origen dolomítico, han sido las ubicaciones históricas para el establecimiento humano en la zona, con peñones o montículos fácilmente defendibles junto a, o en medio de estas vegas fértiles. Estas cualidades, posibilitadoras de subsistencia básica, destacaron en la lectura de potenciales de asentamientos humanos primigenios dentro del Reino de Granada, siendo la costa como una de las zonas de mayor facilidad de acoger establecimientos humanos.
Cuando en 1916 el arqueólogo del paleolítico Hugo Obermaier integrara el estudio de indicios y restos encontrados por diversos arqueólogos y coleccionistas en la provincia durante la segunda mitad del s.XIX, iniciaba un mapa de posibles densidades de restos (1) definiendo depósitos correspondientes a los periodos glaciales de Mindel, Riss y Würm, del cuaternario antiguo (2), como el Mammuthus meridionalis, un mamut, excavado en Láchar en 1918.
Obermaier sistematizaba los hallazgos según posibilidades geológicas y de uso del paisaje, que recogía estudios que desde 50 años (3) atrás se venían realizando en diversos enclaves del entonces Reino. Los restos de los primeros agricultores –ya en el final del paleolítico– se han encontrado en diversas cuevas del litoral de Granada, habitadas en continuidad durante épocas posteriores, que fueron ocupadas por numerosos grupos con una organización estamental muy primaria (4). Aunque en otros puntos de la provincia de Granada existen amplias y bien documentados ejemplos de la cultura megalítica (5), en el litoral de Granada son muy escasos. Tendremos que esperar hasta el Neolítico para tener un estudio abierto al mismo.
No existe un modelo único, a día de hoy, de generación de las estructuras sociales y técnicas que caracterizan al neolítico en cualquiera de sus fases. La historiografía de base nos relata que, una vez ya asentados aquellos grupos en lugares concretos y siendo ya recolectores, en torno al séptimo-sexto milenio a. de JC; se puede establecer que el paleolítico había llegado a su fin. Hasta los años 90, la opción más sólidamente defendida era el modelo de “ola de avance” según el cual el neolítico no era la evolución natural de los grupos humanos paleolíticos establecidos en la península ibérica, sino que había sido producto de la llegada de grupos humanos con entrada por las costas mediterráneas. En la actualidad, se argumenta este paso, del paleolítico al neolítico, mediante un modelo mixto de evolución de los grupos ibéricos, junto influencias mediterráneas, si bien ello no explicitaría los fenómenos de desplazamiento de población que otros modelos actuales sí justifican con la llegada de la edad del cobre o Calcolítico.
Neolítico antiguo: 7.000-4.000 a. JC.
Por tanto, la primera fase del Neolítico –en torno al VI milenio a. de JC.- se caracteriza por la subsistencia ganadera, con presencia en la costa mediterránea interior y el sur peninsular. Sociedad y núcleos primarios, sin estamentos sociales, con asentamiento semierrantes, lo que imposibilita la construcción permanente. No se conocen restos construidos de dicho periodo en la costa granadina, aunque sí restos de asentamientos, si bien la falta de estructuras completas no permite su estudio tipológico arquitectónico. En la cueva de Nerja se han encontrado restos en torno al 6.300 a. JC. (6)
Bajo Neolítico: 4.000-3.500 a. JC.
En el IV milenio a. de JC. comienza una segunda fase del Neolítico, con asentamientos más estables al virar su subsistencia de ganadera errante a agroganadera, de mayor tamaño poblacional al poseer estabilidad alimenticia, y que se caracteriza por la construcción de tumbas en las que se incluye ajuar funerario, la cerámica experimenta un importante avance y, en algunas zonas, aparecerá la cultura megalítica por la tendencia a los entierros colectivos y a una incipiente prereligiosidad (8). Tampoco se conocen restos construidos de este periodo en la costa granadina, si bien existen indicios encontrados en diversos puntos, que poco a poco aumentan el conocimiento de los sistemas neolíticos en esta parte de la provincia, aunque hasta ahora los datos provienen mayoritariamente de encuentros superficiales y expolios. (9)
Eneolítico, Calcolítico o Edad del Cobre: 3.500-2.200 a. JC.
En torno a comienzos del III milenio a. de JC. surge –en el sudeste peninsular de forma autóctona, si bien en otras partes del planeta este cambio técnico tiene lugar en tiempos diferentes- la técnica del batido mineral que posibilita la extracción del cobre, sección histórica conocida como Edad del Cobre, Calcolítico o Eneolítico. Existen dataciones de este periodo en el peñón de Salobreña (11), pues la llanura provee de alimento y agua dulce, posibilitando una población estable. Es en este periodo en el que, gracias a la nueva tecnología del cobre, evolucionan las sociedades primigenias establecidas aquí hacia los asentamientos en cueva, con importante presencia en las cuevas de mayor tamaño del litoral con ocupaciones desde el Neolítico Antiguo -como la cueva del Capitán en Salobreña, o la cueva de los Murciélagos en Albuñol.
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fig [5], sandalias encontradas en la misma, tal y como se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional, datadas en el s.XV a. JC; y referenciadas en el libro “Antigüedades prehistóricas […]” de D. Manuel de Góngora y Martínez (1868), si bien en la cueva también se encontraron restos anteriores.
La disquisición sobre el nacimiento del Neolítico, apasionante tema que seguirá mereciendo amplios estudios científicos, tiene en común en sus diversas líneas de investigación que en la península ibérica comienza una muy fructífera etapa de uso de metales, pastoreo y construcción de cuevas artificiales y dólmenes, fundando la cultura eneolítica de gran presencia en las actuales provincias de Almería, Granada y Murcia. Este cambio –sea como fuere- de nómada a agricultor, marcará en el mediterráneo occidental el nacimiento de la arquitectura doméstica y, en su agrupación, del urbanismo, mediante aprovechamiento exclusivo de materiales disponibles, y con ordenaciones no específicamente defensivas, reservando la disposición noble para construcciones comunales ligadas a ritos funerarios y protoreligiosos.
El cambio en la técnica implicará profundos cambios sociales, pues frente a poblamientos de pocas unidades, dispersos y de baja densidad demográfica presentes en el neolítico antiguo, se implantaron modelos urbanizatorios de acumulación, con mayor densidad y dimensión de conjunto, desde los que se vertebraba la explotación de sus respectivos territorios. Con la edad del cobre nació, en el sudeste peninsular, unas incipientes arquitectura y protoordenación urbanística. En el sudeste peninsular, además de asentamientos y continuidad en la cultura de cuevas, surge entre el 3.500 a. JC. o el 3.100 a. JC. –no se tiene aún claro el período exacto de su aparición- la cultura de los Millares, que llegaría hasta el 2.200 a. JC. –tampoco está clarificado su final con exactitud-. Se asentarán, en la provincia de Granada, poblaciones irradiadas del foco de los Millares que dejarán importantes restos de poblados.
Durante el neolítico antiguo, la polarización entre las construcciones de uso comunal y los espacios de hábitat humano era total; sin embargo, durante el Calcolítico la acumulación de material pasa a ser de tamaño adaptado al traslado y trabajo manual, mediante mampuestos de piedra del lugar trabados con barro endurecido. No hay que traer los grandes bloques de piedra desde lejos, y la facilidad de la construcción posibilita que sólo una parte determinada de la población del poblado se dedique a la fabricación de este hábitat construido. Será durante la edad del cobre cuando aparece la arquitectura en el sentido en el que el Abad jesuita M.A. Laugier imaginaba en su ilustrado mito de la “cabaña primitiva”, en la que el buen salvaje se fabricaba un refugio con elementos tomados directamente de la naturaleza.
Por tanto, los asentamientos que hubieron de establecerse en la costa granadina durante el Calcolítico, fuera de la cultura de cuevas, debieron poseer una morfología constructiva basada en muros portantes de mampuesto de piedra del lugar, tomada con barro endurecido –con plantas de morfología circular o pericircular-cuadrangular con esquinas redondeadas, evitando la acumulación de tensiones por encuentros que hubiera colapsado a empujes horizontales- y recubiertas con barro para protegerlas de los efectos atmosféricos. Esta parte estereotómica, que formaba el espacio útil de la vivienda, ascendía hasta el nivel de techumbre, parte estereotómica resuelta con elementos maderarios, y entrepaños de cañizos y barro endurecido, que sobresaldría sobre la alineación muraria para, a modo de alero, proteger a las estructuras murarias del efecto de arrastre del estilicidio. De igual forma, los empujes de la estructura de cubierta no queda claro si eran contenidos con tirantes en la propia estructura de la cubierta, o bien asumidos por la potencia de los muros
En estos asentamientos aparece la especialización de funciones en la edificación, así, y comenzando por el exterior, las murallas defensivas -realizadas con similar técnica constructiva pero de mayor dimensión de acumulación, con barbacanas- generan un espacio interior no consolidado con amplios espacios libres, presumiblemente dedicado a ejercicios de ganadería y agricultura, posibilitando un espacio social común en el que se incluyen edificaciones especializadas: lagares, viviendas y establos. Los poblados en la esfera de la cultura de los Millares, en el litoral de Granada y fuera del ámbito de las cuevas, hubieron de poseer una morfología muy similar.
En el sudeste español, por tanto, tiene lugar durante el calcolítico un nacimiento de la arquitectura de forma paralela a la cultura de las cuevas, y totalmente independiente de las primeras ciudades del Mediterráneo, aunque se repiten patrones morfológicos de conjunto –murallas de cierre en masa y espacio interior sin estructura organizativa- ocupado por construcciones circulares de disposición aleatoria, si bien en ciudades como Jericó y Ur se han documentado estos modelos en torno al VII milenio a. de JC.
Edad del Bronce: 2.200- 750 a. JC.
Con posterioridad, y una vez la técnica del cobre fue depurada, comenzó a mezclarse con estaño, obteniendo el bronce, e inaugurando la última sección de la prehistoria, que llegaría hasta bien entrado el I milenio a. de JC. La dominación de la técnica de este metal posibilita el establecimiento de poblados de mayor tamaño, abandonando además el monumento mortuorio comunal por enterramientos individuales que en los últimos siglos del período son sustituidos por campos de urnas. Las ciudades del cobre pasan a ser destruidas o entran en clara decadencia al comienzo del II milenio a. JC. En la costa granadina, la evolución social no favorece el crecimiento de los núcleos, sino el decrecimiento poblacional, concentrándose durante esta edad del bronce en los cerros con posición dominante, como el cerro del Polo en Motril, o el cerro de San Miguel, en Almuñécar. Los enterramientos del Bronce en el litoral granadino se concentran en su sección occidental: el cerro de Salobreña, el cerro de Velilla, el Pago del Sapo, Puente de Noy y Peña Parda en Almuñécar- La Herradura, y la Tinajilla en Lentegí (12). Los principales poblados de esta cultural edad del bronce, en la actual provincia de Granada, son más numerosos en la adscripción del Argar –más extendida- que los Millares, sin embargo, apenas existen referencias a los mismos en la costa granadina.
Con el Argar nace una arquitectura en la que existe un orden previo consecuencia de las posibilidades técnicas materiales que existían en la zona, pero de una mayor evolución tanto en la disposición de materiales y capas, como en acabados y configuración urbana y con elementos característicos.
Los mampuestos en desorden, tomados con barro, propios de las cabañas de los millares, son sustituidos por mampuestos semilabrados, con cierto aparejo en su disposición, de geometría rectilínea, que aunque mantienen geometrías curvas ya se configuran mayoritariamente con encuentros rectilíneos. Los mampuestos son tomados con barro con alta presencia de finos. Este sistema material queda reservado para muros de contención y elementos de articulación de implantación en el terreno, utilizándose bloques de adobe resecado, con revestimientos continuos de acabado, para la construcción de viviendas. (13)
Los conjuntos urbanos poseen una lógica geomórfica tanto en su emplazamiento como en su organización interna, se asientan en colinas y montículos de fácil defensa –si bien existen yacimientos de menor extensión en las llanuras, aunque no en el litoral granadino- y las construcciones tienen plantas cuadradas o cuadrangulares, defendidos además por murallas en las partes menos escarpadas. Se combina el espacio excavado en el terreno o estereotómico, con el espacio edificado o tectónico.
Dentro del conjunto urbano se distribuía el espacio disponible mediante un loteo intensivo, mediante aterrazamientos (bien excavados en la roca del lugar directamente, bien gen erados con muros de contención) que creaban edificaciones de planta cuadrangular elongada, característica de la arquitectura del Argar, dedicadas tanto a vivienda como a talleres y molinos. No existe espacio interior de agricultura en la ciudad, que se desarrollará fuera, en contraste con los poblados de los Millares. Estos núcleos poseen una división del espacio dentro de la ciudad en espacio público (calles) y espacio privado (viviendas y talleres) y hay constancia de redes de evacuación de aguas.
No se han excavado por tanto grandes estructuras del bronce en la costa granadina, si bien los asentamientos en la costa durante la edad de los metales hubieron de ser contemporáneas con dos culturas de la edad del bronce que convivían en la geografía granadina: la cultura de los Millares (3.200 a. JC.- 1.800 a. JC. dependiendo del autor), y la argárica (2.500 a. JC.- 750 a. JC.). Ambas, características del sudeste peninsular, han podido ser bien estudiadas gracias a la buena conservación de sus restos arqueológicos y arquitectónicos. A esta complejidad de coincidencia en el tiempo y el espacio de diferentes culturas, hemos de sumar la presencia protogriega y fenicia desde el s. XI a. de JC. en los principales núcleos y, desde el s. VIII a. de JC, la púnica. El comienzo de la Edad del Hierro en el litoral granadino nacerá del cruce cultural de culturas íberas y mediterráneas, que, como tantos otros hoy, ven en este litoral un buen lugar para establecerse.
Hasta ese momento, los conjuntos edificados se han compuesto mediante unidades compactas, articuladas entre sí para formalizar un conjunto urbano basado en la diferencia entre interior y exterior. Por ello, la composición arquitectónica hasta ese momento será una composición por partes, de origen noreuropeo. Sin embargo, con la llegada de los pueblos mediterráneos, hará su entrada un elemento arquitectónico que alterará la generación del espacio interior y, con él, el de la morfología de la ciudad: el patio. Desde la edad del Hierro, y debido al establecimiento de pueblos protogriegos, fenicios y púnicos en el litoral de Granada, la arquitectura en torno al patio hará su aparición en el sur peninsular.
Juan D. López Arquillo
Febrero 2018
BIBLIOGRAFÍA:
AGUAYO DE HOYOS, P. y SALVATIERRA CUENCA, V. El poblamiento ibérico en las altiplanicies granadinas. Actas de las I Jornadas sobre el Mundo Ibérico. Jaén, 1985.
ESQUIVEL GUERRERO, J; ARANDA JIMÉNEZ, G. “De Cazadores recolectores a agricultores y ganaderos. La prehistoria reciente en la costa de Granada” cap. en “Patrimonio Arqueológico de la Costa de Granada” Granada, Dip. Prov. de Granada, 2007.
GÓNGORA Y MARTÍNEZ, M. “Antigüedades prehistóricas de Andalucía: monumentos, inscripciones, armas, utensilios y otros importantes objetos”. Madrid, 1868.
MOLINA FAJARDO, F. HUERTAS JIMÉNEZ, C. Almuñécar en la antigüedad. La necrópolis fenicio/púnica de Puente de Noy, ed. Diputación de Granada. Granada, 1988.
MORRIS, A.E. History of the urban form. Before the industrial revolutions ed. Longman group. Londres, 1974.
NAVARRETE, M.S; CARRASCO, J. TERUEL, S. Y GÁMIZ, J. “La sima de los Intentos: Yacimiento neolítico en la costa granadina”. Cap en revista “Cuadernos de Prehistoria” nº 11. Universidad de Granada, 1986.
PASTOR MUÑOZ, M; CARRASCO RUS, J; PACHÓN ROMERO, J.A. “ Paleoetnología de Andalucía Oriental”. En Actas del V congreso internacional sobre minería y metalurgia históricas en el suroeste europeo (León 2008).
SALVATIERRA, V. Y JABALOY, M.E. “Cuestiones sobre los enterramientos en cistas en la provincia de Granada”. Cap en revista “Cuardernos de Prehistoria” nº 4. Universidad de Granada, 1979.
NOTAS:
[1] Desde 1954 Pellicer se encarga de recopilar y contrastar, arrancando la excavación de la cueva de la Carigüela, en Píñar, la primera en ser excavada sistemáticamente.
[2] Aguayo de Hoyos, P. y Salvatierra Cuenca, V; “El poblamiento ibérico en las altiplanicies granadinas. Actas de las I Jornadas sobre el Mundo Ibérico” Jaén, 1985. Pg. 74.
[3] Referenciar aquí el muy importante descubrimiento de la Cueva de los Murciélagos, en Albuñol, comenzada a excavar en 1868 por D. Manuel de Góngora y Martínez, con profusos restos de diversas eras, entre los que destacan unas sandalias de esparto, datadas en el S. XV a. de JC. hoy en el Museo Arqueológico Nacional.
[4] Aguayo de Hoyos, P. y Salvatierra Cuenca, V; Op. Cit. Pg 78.
[5] En Noviembre de 2017 se ha comenzado la excavación de “Panoría”, en la sierra Arana, del IV milenio a. de JC; por parte de un euipo de la Universidad de Granada. Los yacimientos por otda la provincia son abundantes, siendo el parque megalítico de Gorafe uno de los mayores de Europa.
[6] Ver en “Las culturas del Neolítico-Calcolítico en Andalucía oriental” Pellicer Catalán, M.
[7] Pellicer Catalán, M. Op.Cit.
[8] En esta etapa se encuadran las construcciones megalíticas de dólmenes de tal presencia en el sureste peninsular, destacando en Granada el parque megalítico de Gorafe.
[9] Los estudios siguen realizándose, destacando las investigaciones de Javier Carrasco Rus, Juan Antonio Pachón Romero, Francisco Martínez Sevilla, Jesús Gámiz Jiménez, José Antonio Esquivel Guerrero y Gonzalo Aranda Jiménez, con apasionantes artículos sobre las fundaciones prehistóricas en la costa de la provincia de Granada.
[10] Ver el interesante artículo de Martínez Rodríguez, F. “Tajo de los Vados (1). Datos sobre un poblado neolítico situado junto al antiguo delta del río Gaudalfeo” Pp.17-31, Revista Bastetania, número 2, 2014.
[11] “De Cazadores recolectores a agricultores y ganaderos. La prehistoria reciente en la costa de Granada. Esquivel Guerrero, J; Aranda Jiménez, G. en “Patrimonio Arqueológico de la Costa de Granada” Granada, Dip. Prov. de Granada, 2007.
[12] Ver el mapa de localización en “Cuestiones sobre los enterramientos en cistas en la provincia de Granada” Salvatierra, V. y Jabaloy, M.E.
[13] Ver la descripción en “Aproximación a las formas constructivas en una comunidad de la edad del bronce: el poblado argárico de Peñalosa (Baños de la encina, Jaén)” de Rivera Groennou, J.M.